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Los expertos del Foro Interreligioso del G20 ofrecen recomendaciones para eliminar las desigualdades estructurales y de género
En todas las partes del mundo, las mujeres y los jóvenes se enfrentan a la discriminación, la marginación y la exclusión, y esto incluye un acceso desigual a la educación, al trabajo digno y a las oportunidades de liderazgo. La pandemia del COVID-19 no ha hecho más que ampliar estas brechas.
Con poca o ninguna intervención en el sistema educativo, las mujeres y los jóvenes corren un mayor riesgo de padecer hambrunas, falta de vivienda, abuso físico y psicológico, explotación sexual y daños físicos y mentales generales.
Estas conclusiones, que fueron esbozadas por los expertos durante el Foro Interreligioso del G20 el mes pasado, y en las reuniones regionales de consulta celebradas con anterioridad, dibujan un panorama alarmante, que ha dado lugar a que los participantes en el Foro pidan un plan de acción mundial basado en políticas de educación inclusiva y en el compromiso de reducir las desigualdades estructurales.
La educación es una forma eficaz de empoderamiento
Según el Dr. Daniel Fainstein, Decano y Profesor de Estudios Judíos de la Universidad Hebraica de México, que participó en las consultas regionales latinoamericanas del Foro, una forma de abordar directamente las desigualdades es garantizar la igualdad de oportunidades desde la infancia. Utilizando el ejemplo de los países escandinavos, Fainstein sostuvo que los países deberían adoptar un sistema de educación "que compense las desventajas y las lagunas socioeconómicas, invirtiendo en escuelas de mejor calidad y centrándose en los barrios y ciudades más débiles".
Las instituciones religiosas son particularmente decisivas, ya que participan o gestionan más del 50% de las escuelas de todo el mundo. Sin embargo, además de ofrecer infraestructura, también pueden apoyar una enseñanza que promueva la igualdad, en lugar de las "perspectivas patriarcales", según constataron los expertos de la consulta de los becados del G20 del KAICIID. "Aparte de su papel en la creación de infraestructura educativa, los grupos religiosos son fundamentales para fomentar las actitudes sociales hacia la educación".
Sofía Caseiro, Profesor asistente de la Escuela de Educación y Ciencias Sociales de la Politécnica de Leiria, añadió que las instituciones religiosas también pueden apoyar los sistemas educativos que integran la ética y el desarrollo sostenible (EDS) en los planes de estudio. "Los líderes religiosos deben promover la participación de todos y crear espacios de diálogo entre todos los segmentos de sus comunidades", dijo.
"La educación es una forma eficaz de transformación y potenciación. A través de la educación podemos crear un cambio efectivo", continuó.
Incluso antes de que la pandemia del COVID-19 hubiera afectado a unos 1.600 millones de niños y jóvenes, y exacerbado las desigualdades entre los países ricos y los pobres, más de 750 millones de adultos (dos tercios de los cuales son mujeres) seguían siendo analfabetos. Además, según las estadísticas de las Naciones Unidas, más de 260 millones de niños permanecían sin escolarizar.
A las mujeres y las niñas se les niega sistemáticamente la igualdad de acceso a la educación, el trabajo digno y los salarios justos. Aunque los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas y la Agenda 2030 tienen por objeto lograr el crecimiento económico, mayores niveles de productividad, la creación de empleo y el empleo digno para todos, la participación de la mujer en la fuerza de trabajo se situó en el 48% en 2018, en comparación con el 75% de los hombres, según el PNUD.
Las instituciones religiosas pueden ayudar a eliminar las barreras a la igualdad de género
En todo el Foro, los participantes ofrecieron recomendaciones sobre las formas en que las comunidades religiosas pueden eliminar los obstáculos a la igualdad, como asegurar que las mujeres tengan igual acceso a los servicios financieros y al crédito, abriendo así mayores oportunidades económicas y posibilidades de iniciativa empresarial.
Los expertos del Foro del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) destacaron que "las organizaciones religiosas son posiblemente el cuarto grupo de inversores más grande del mundo" con acceso a importantes recursos financieros.
Muchas instituciones financieras de relevancia, como el Banco Islámico de Desarrollo, ya han adoptado políticas de potenciación de la mujer "para liberar el 'potencial no explotado' de la mujer" mediante el apoyo a su capacidad en lo que se refiere a conocimientos financieros y aptitudes empresariales.
Otra recomendación, según los expertos de las consultas europeas, es que las comunidades religiosas y los gobiernos reconozcan y eduquen sobre la igualdad y los derechos humanos en las escuelas de todo el mundo. "Los gobiernos y los líderes religiosos [deben] reconocer la importancia de los derechos humanos y la necesidad de enseñarlos en el sistema educativo formal y promover un conocimiento y una aceptación social de los derechos humanos arraigados en la dignidad humana".
Mridul Upadhyay, Coordinador para Asia de UNOY Peacebuilders y Cofundador de Youth for Peace International (YFPI) reconoció que aunque algunas prácticas religiosas han contribuido a la discriminación y a la desigualdad en el pasado, las comunidades religiosas también tienen una plataforma influyente para enseñar los derechos humanos y el respeto mutuo.
Esto resulta clave para fomentar "una actitud de apertura, aceptación y colaboración". Todo esto es importante para que los individuos alcancen un potencial pleno y vivan sus vidas en un estado físico, mental, social y espiritual mucho mejor", dijo.
Según Fainstein, formar alianzas a todos los niveles y entablar un diálogo eficaz es una forma de avanzar, además de desarrollar un sentido de pluralismo. "El Estado debe salvaguardar los derechos básicos de los diferentes grupos étnicos y religiosos y, por otro lado, las comunidades religiosas deben respetar el marco básico de la libertad y la democracia", dijo.
En particular, añadió Caseiro, las comunidades religiosas deben asegurarse de que sus enseñanzas no dejen espacio "para justificar la discriminación y la violencia contra la mujer".
La juventud tiene el poder de transformar el mundo
Sin embargo, advierte Fainstein, aunque la educación es un buen punto de partida, hay que hacer más para resolver los desafíos globales de hoy en día. "La educación no es una varita mágica", dijo. "Tenemos que dar a las generaciones jóvenes la esperanza y las habilidades para reformar el mundo y corregir los errores que las generaciones anteriores les han transmitido". Debemos cultivar y desarrollar un sentido de participación y compromiso en los jóvenes, y un sentido activo de ciudadanía".
Una forma de involucrar a los jóvenes, según Upadhyay, es a través de programas de liderazgo juvenil y medios sociales, como, por ejemplo, a través de campañas de promoción o de sensibilización.
La propia organización de Upadhyay (YFPI por sus siglas en inglés), ha capacitado a más de 100 jóvenes de 14 países en la transformación de conflictos y la prevención del extremismo violento. Esta red de jóvenes defensores de la paz utiliza la investigación, la promoción, el fomento de la capacidad y la acción directa para hacer frente a la intolerancia religiosa y cultural y a los discursos de incitación al odio en línea, en particular entre la India y el Pakistán.
Upadhyay añadió que estas plataformas tecnológicas también ofrecen una excelente oportunidad para que los líderes religiosos se conecten con los jóvenes. "Podemos y debemos formar a más líderes religiosos para que lleguen a los jóvenes a través de los medios sociales para combatir los rumores perjudiciales, la discriminación, la incitación al odio, el extremismo y la incitación a la violencia", dijo.
"Si podemos capacitar a los líderes religiosos en los fundamentos y enfoques de las diferentes plataformas de medios sociales y ayudarlos a utilizar esas herramientas de manera más integral, podemos contrarrestar la manipulación y el uso indebido de los medios sociales para difundir el odio", continuó.
Caseiro se mostró de acuerdo en que la mejora de la alfabetización mediática es fundamental y debe formar parte integrante de la educación, en particular porque las herramientas de los medios sociales están en constante evolución.
"Ahora estamos aprendiendo que nuestros comportamientos cuando interactuamos en línea repercuten en nuestras sociedades, difundiendo todo tipo de comportamiento, tanto bueno como malo", dijo. "Es esencial que empecemos a incluir la alfabetización mediática en la educación de los jóvenes, para que todos puedan comprender que lo que aportamos en línea tiene un efecto en la sociedad".
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