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- Comunidades religiosas y diálogo interreligioso: Aliados para la integración
Aunque en el discurso público la religión a menudo se percibe como una limitación de la integración, académicos y profesionales —algunos de los cuales han vivido la integración en persona— creen que la religión puede beneficiar a las personas recién llegadas y a sus comunidades de acogida. A continuación, integrantes de la recientemente creada Red para el Diálogo comparten sus opiniones sobre la relación entre religión, diálogo interreligioso e integración, así como sobre sus ventajas y dificultades
Ruham Al-Bezra es una facilitadora de diálogo del KAICIID que migró a Viena desde Siria en 1999. Trabajó como intérprete para las autoridades municipales austriacas e impartió cursos relacionados con la integración. Desde 2017, ha dirigido un taller sobre integración de ocho semanas para mujeres recién llegadas. A raíz de su experiencia personal y profesional, cree que la religión puede tanto ayudar como entorpecer el proceso de integración. Siempre depende de la persona. “Para mí, que vengo de un entorno musulmán, la religión no fue un problema. De hecho, la religión me ayudó a integrarme porque en todos los aspectos de nuestra religión es necesario estar integrado, al tiempo que mantienes tu propia identidad”, afirma.
Mabrouka Rayachi, becada del KAICIID e inspectora para los profesores de religión islámica en la Baja Austria, está de acuerdo. “Depende de cómo se conciba la religión. Si entendemos nuestra religión de una manera abierta nos ayudará a promover la integración, pero si la entendemos de una manera conservadora será un obstáculo para el proceso de integración”. Si bien Mabrouka ha observado escepticismo en padres que creen que tienen que proteger a sus familias y sus creencias religiosas, percibe que son más los padres que reúnen el valor para integrarse con su religión.
Para la Dra. Ángela María Arbeláez, fundadora de Art Bridges, una organización que ofrece apoyo mediante la música y la educación artística, la religión y la integración no se pueden separar. “La una va con la otra. Somos quienes somos por nuestra fe, y si no se conoce la tradición del Otro, su religión y cultura, no hay integración”.
La importancia de la religión en el proceso de integración parece estar clara, pero a menudo se ha ignorado en la investigación y la formulación de políticas, afirma la Dra. Aleksandra Djurić Milovanović, becada del KAICIID e investigadora del Instituto de Estudios Balcánicos de la Academia de Ciencias y Artes de Serbia. “El vínculo entre religión, afiliación religiosa y su papel en la crisis migratoria no se tiene suficientemente en cuenta”, dice. La Dra. Erin Wilson, Profesora Asociada de Política y Religión en la Facultad de Teología y Estudios Religiosos de la Universidad de Groningen, añade: “La religión es un aspecto que a menudo no hemos considerado en el proceso de integración. Estamos intentando ponernos al día en este sentido, pero existe el riesgo de enfatizarlo demasiado. Debemos tener cuidado: no pasarlo por alto pero tampoco exagerarlo”.
Por este motivo, en la práctica, Al-Bezra no empieza sus talleres hablando de la religión en la integración, sino que, si surge el tema, lo aborda desde una perspectiva religiosa y a veces personal: “La religión en sí misma no es el problema ya que la integración no empieza con la religión y la religión no frena el proceso de integración”, afirma Al-Bezra. Rayachi añade: “La religión en sí misma es algo abstracto. Nuestra percepción de la religión es lo que cuenta”. Ambas creen que la religión no es lo que determina si una persona se integra o no.
Wilson cita ejemplos concretos: “Para mucha gente, la religión es un punto de apoyo en el proceso de integración, proporciona una comunidad con la que vincularse de inmediato, para preguntar por ejemplo dónde se compra la comida, ese tipo de cosas. Hay muchos ejemplos de organizaciones que ofrecen servicios de asistencia de este tipo. El riesgo que puede surgir de que haya personas que buscan ayuda dentro de su propia comunidad religiosa es que estas permanezcan únicamente dentro de la comunidad y no establezcan contacto con la sociedad más en general. Depende mucho de cómo está formada la comunidad religiosa. El contexto lo es todo”. También hace referencia a cómo los supuestos, los prejuicios y la aprensión de las comunidades locales hacia la religión pueden perjudicar el proceso de integración, que se complica adicionalmente cuando las comunidades locales no entienden a los recién llegados y su religión o les tienen miedo.
La religión debe ser tomada en cuenta en el proceso de integración, pero tampoco tiene que estar en el centro del debate ni de la formulación de políticas. Wilson cita el caso de las autoridades canadienses que identificaron ciudades y pueblos con mezquitas como lugares apropiados para destinar a los refugiados recién llegados de Siria. “Que una ciudad tenga una mezquita no es necesariamente lo más importante para alguien que quiere integrarse bien en una comunidad. Puede ayudar, pero no debería ser lo principal para todo el mundo”, agrega Wilson.
La integración solamente puede ser eficaz cuando tanto los recién llegados como las comunidades locales aprenden los unos de los otros y se adaptan a los demás. “Una de las dificultades cuando nos fijamos en los procesos de integración es que la religión tiene que ser parte de dicho conjunto, pero es necesario que sea parte de ese conjunto para todo el mundo. Lo habitual es que la expectativa se sitúe en las personas que llegan. Se dice ‘tienes que adaptarte a nuestro estilo de vida’, pero también las comunidades de acogida se tienen que adaptar”, añade Wilson.
La religión, un lugar seguro
Trabajando en Lesbos, Grecia, la Dra. Ángela María Arbeláez ha presenciado de primera mano cómo después de un largo viaje, los migrantes jóvenes a menudo llegan a Europa únicamente con sus móviles, sus documentos y su religión. “La religión es lo único que conservan de su lugar de origen. Lo han perdido todo, pero mantienen su religión y sus creencias, y estas vienen con sus tradiciones y culturas”, afirma.
Rayachi coincide en que la religión desempeña un papel importante en las vidas de muchas personas que buscan refugio en Europa: “Al principio, los refugiados pueden ver su religión como la única cosa que les da seguridad, que les define como personas. Se convierte en un tema identitario”. Y si bien ha visto por su propia experiencia personal como la percepción de la religión cambia a lo largo del tiempo, advierte: “No es algo que pase de la noche a la mañana ni que se pueda imponer”.
Debido a su propia religión y experiencia con el diálogo, Rayachi a menudo actúa como mediadora entre los padres y la escuela. “Por ejemplo, si durante el ramadán los alumnos quieren hacer ayuno y esto es un problema porque hace demasiado calor, el director no les puede convencer de que coman y beban, pero el profesor de religión sí puede. Los profesores de religión tienden puentes entre los padres y la escuela”. Otro de los casos habituales incluye convencer a los padres para que dejen participar a sus hijas en una excursión con la clase. Teniendo en cuenta la importancia que tiene la religión en las vidas de algunos padres, contar con un profesor de religión que explique cómo funciona el sistema aporta mucho valor. “Los padres los respetan y confían en ellos. En ocasiones basta con que los padres vean que la profesora lleva velo para que crean que ‘es una de los nuestros’”.
Al-Bezra vivió situaciones parecidas mientras trabajó en una escuela. Como facilitadora de diálogo, a menudo deja que el diálogo sobre cuestiones cotidianas vaya en una dirección que pueda apoyar la integración. “Cuando digo que soy musulmana y que mis hijos y yo practicamos nuestra religión, esto da esperanza y motivación a los recién llegados. Significa que puedes integrarte incluso si tu cultura y religión son diferentes”, afirma. Al-Bezra suele recordar cómo se divertía saliendo con gente de la localidad sin beber alcohol y sin ser percibida como una extranjera: “También hay austriacos cristianos que salen y no beben alcohol. La integración consiste en que las personas vivan juntas en armonía y respetando el estilo de vida de los demás”.
Las comunidades religiosas, un apoyo especial
Serbia se convirtió en parte de la ruta balcánica hacia Europa en 2011 y, en el momento cumbre de la crisis migratoria de 2015, diversas organizaciones religiosas empezaron a prestar apoyo a los recién llegados, según explica Djurić. Gracias a su investigación, descubrió que “las organizaciones religiosas desempeñan un papel crucial cuando se trata de ofrecer ayuda inmediata”. A diferencia de otras organizaciones humanitarias, los esfuerzos de este tipo de organizaciones surgen de las propias comunidades religiosas, y, debido a sus estructuras, tienen un acceso inmediato a los recursos reunidos por la comunidad sin necesidad de invertir tiempo en diseñar proyectos o gestionar procesos burocráticos, explica.
Según Djurić, los valores que comparten las personas religiosas también son un motivo importante para decidirse a ayudar. “La clave está en la solidaridad. La apertura que tienen las religiones es mucho más específica para las comunidades religiosas. Valores como la ayuda al Otro o la acogida del forastero están presentes en ellas desde un punto de vista teológico. Esto supone una gran diferencia”.
Las investigaciones de Wilson en Australia arrojaron conclusiones parecidas. Cuando preguntó a los miembros de las comunidades religiosas cristianas si les había resultado difícil asistir a los migrantes musulmanes, contestaron que no. De hecho creían que el componente religioso en realidad les había ayudado. “A menudo tenemos más en común con ellos que con organizaciones laicas que trabajan en este sector. Incluso aunque nuestras creencias sean diferentes, todos creemos en algo, compartimos ideas sobre la importancia de la familia y la importancia de Dios en nuestras vidas, y somos capaces de hablar de estos temas de una manera que sería ajena para alguien que procede de un entorno laico o que es ateo”, le explicaron.
Diálogo transformador
Académicos y profesionales coinciden en la importancia del diálogo interreligioso en el contexto de la integración. Cuando los recién llegados y las comunidades locales aprenden sobre la religión de cada uno, están sentando unas bases firmes para la convivencia pacífica. No obstante, no todas las conversaciones entre creyentes pueden contar como diálogo interreligioso. Rayachi explica: “El diálogo interreligioso tiene que ser auténtico, tiene que profundizar y no quedarse en la superficie, además de ir acompañado de pensamiento crítico a fin de que sea un diálogo real. Cuando el diálogo llega a lo más hondo, la calidad es mayor y puede contribuir a la integración”.
Según la experiencia de Arbeláez, empezar con el diálogo intercultural antes de abordar el diálogo interreligioso ha resultado ser una metodología acertada. Mediante iniciativas creativas que incluyen arte, música o gastronomía, ha logrado que los participantes de sus actividades se conozcan y se entiendan mejor entre ellos. Por otra parte, las investigaciones de Wilson en Indonesia le han mostrado que otro resultado eficaz se obtiene cuando las personas de diferentes entornos religiosos se juntan para trabajar en temas comunitarios, más que explícitamente con el propósito de participar en un diálogo interreligioso.
Finalmente, si bien es cierto que el diálogo interreligioso puede contribuir a la integración, las situaciones que giran en torno a la migración también pueden favorecer el diálogo interreligioso, ha descubierto Djurić. “Había veces en las que las personas no se conocían entre ellas, no colaboraban. Pero ahora, tras llevar a cabo una iniciativa que trasciende sus propias diferencias religiosas y las fronteras nacionales o étnicas, el diálogo interreligioso empieza a funcionar sin tener que forzarlo. Surge espontáneamente como fuerza unificadora en respuesta a dificultades a las que se enfrentan las comunidades”.
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