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El Secretario General de las Naciones Unidas presenta el primer plan de acción para que líderes religiosos prevengan y contrarresten la incitación a la violencia
[NUEVA YORK, 14 DE JULIO DE 2017]: El Secretario General António Guterres presentará hoy el Plan de Acción para que Líderes y Actores Religiosos Prevengan y Contrarresten la Incitación a la Violencia que Podría Conducir a Crímenes Atroces, durante una reunión en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Se trata del primer plan de acción diseñado específicamente para dotar a los líderes religiosos de herramientas que sirvan para prevenir y contrarrestar la incitación a la violencia.
El Plan de Acción ha sido elaborado a lo largo de dos años de consultas intensivas a niveles mundial y regional, organizadas por la Oficina de las Naciones Unidas sobre la Prevención del Genocidio y la Responsabilidad de Proteger, con el apoyo del Centro Internacional de Diálogo (KAICIID), el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y la Red de Pacificadores Religiosos y Tradicionales.
En estas consultas han tomado parte un total de 232 líderes y actores religiosos de 77 países. Entre los participantes hubo budistas, cristianos, hindúes, judíos, musulmanes y sijs de diferentes grupos y denominaciones, así como representantes de diversas minorías religiosas, incluyendo las confesiones bahaí, candomblé, kakai y yazidí, así como humanistas. Al menos el 30% de los participantes de todas las reuniones fueron mujeres.
El Plan de Acción ha sido elaborado como respuesta a un alarmante repunte, observado en los últimos años, del discurso del odio y de la incitación a la violencia contra personas o comunidades, tomando como base su identidad. La incitación a la violencia, en el discurso público y los medios de comunicación, es un signo de advertencia habitual y un precursor de crímenes atroces. Este Plan de Acción es el primer documento que se centra en el papel de los líderes y actores religiosos en la prevención de la incitación a la violencia que podría desembocar en crímenes atroces, y el primero en diseñar estrategias regionales específicas al contexto con este objetivo.
La implementación del Plan de Acción contribuirá a la prevención de crímenes atroces –especialmente en zonas afectadas por violencia y tensiones religiosas y sectarias– y mejorará el respeto, la protección y la promoción de los derechos humanos, entre ellos, los derechos a la libertad de opinión y expresión, a la libertad religiosa o de credo y al derecho a reunirse pacíficamente.
Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, dijo: “Todas las religiones enseñan el respeto por la vida y reconocen a los seres humanos como fundamentalmente iguales. Estos principios nos llaman a mostrar respeto por todos los seres humanos, incluso aquellos con quienes podemos estar profundamente en desacuerdo o cuyas culturas pueden parecer extrañas. Insto a la mayor difusión y aplicación posible de este Plan de Acción. Puede ayudar a salvar vidas, a reducir el sufrimiento y a realizar nuestra visión compartida de sociedades pacíficas, inclusivas y justas en las que se valore la diversidad y se protejan los derechos de todos los individuos”.
Adama Dieng, Asesor Especial de las Naciones Unidas sobre la Prevención del Genocidio, afirmó: “Los Estados son los principales responsables de proteger a sus poblaciones ante los crímenes atroces, así como de prevenir la incitación a la violencia. Sin embargo, los líderes religiosos pueden influir de manera especial en este asunto, ya que pueden orientar el comportamiento de quienes les siguen y comparten sus creencias. Como la religión se ha utilizado indebidamente repetidas veces para justificar la incitación a la violencia, es fundamental que los líderes religiosos de todas las confesiones muestren liderazgo en este tema”.
Por su parte, Faisal Bin Muaammar, Secretario General del Centro Internacional de Diálogo (KAICIID), declaró: “En nuestro trabajo con líderes de comunidades religiosas, hemos observado recientemente un alarmante repunte de la incitación a la violencia contra determinadas personas a causa de la religión que profesan, así como el uso indebido de la religión para justificar la violencia. Los líderes religiosos están dispuestos a colaborar para encontrar soluciones a estos desafíos urgentes. Por lo general, los intentos de encontrar soluciones a estos retos han excluido a los líderes religiosos. La única manera de conseguir soluciones que funcionen es aplicar un enfoque de 360 grados que reúna a los líderes religiosos, los responsables políticos y la sociedad civil en la mesa de diálogo”.
La Dra. Isabel Apawo Phiri, Secretaria General Adjunta del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), afirmó: “Para el CMI es un honor trabajar con las Naciones Unidas y otros socios en este proyecto tan importante, en el cual participa un grupo fundamental y a menudo previamente ignorado, con el propósito de conseguir un mundo más pacífico. Vivimos tiempos en los que algunos grupos esgrimen con descaro y desvergüenza motivos religiosos para justificar los inhumanos actos de violencia que llevan a cabo. Si bien hay que ser conscientes de la necesidad de que cada uno de nosotros cuestione sus propias tradiciones e interpretaciones para identificar las fuentes de la violencia contra los demás, es también fundamental que se aprovechen a favor de la paz y la justicia los mucho más numerosos recursos religiosos que tenemos”.
Antti Pentikäinen, Director Ejecutivo y Organizador de la Red de Pacificadores Religiosos y Tradicionales, destacó que “esta iniciativa sin precedentes de las Naciones Unidas ha otorgado protagonismo a los pacificadores religiosos y tradicionales en el innovador Plan de Acción para implicar a los líderes y actores religiosos de todo el mundo en la consolidación de la paz a nivel de base. La implicación inclusiva estratégica de estas personas constituye una nueva y oportuna dimensión en las actividades de las Naciones Unidas, que busca llegar a las partes interesadas que trabajan sobre el terreno para promover la paz entre sus amigos, vecinos y otros miembros de la comunidad. La red celebra su alianza con la Oficina de las Naciones Unidas sobre la Prevención del Genocidio y la Responsabilidad de Proteger, y esperamos fomentar esta colaboración con el fin de implementar el Plan de Acción, ya está en consonancia con los parámetros de nuestro mandato”.
El Plan de Acción es una iniciativa pionera tanto por su enfoque en los líderes y actores religiosos como por el amplio abanico de organizaciones y partes interesadas que han contribuido a su elaboración. Contiene recomendaciones concretas para prevenir la incitación a la violencia, fortalecer la resistencia de las comunidades ante la incitación, y construir mecanismos para lograr una respuesta unificada.
Aunque el principal propósito del Plan de Acción es que sea utilizado por líderes y actores religiosos, también incluye recomendaciones detalladas para otras partes, como los Estados y las instituciones estatales, las organizaciones seculares de la sociedad civil, y los medios de comunicación nuevos y tradicionales. La prevención de los crímenes atroces y su incitación es un esfuerzo multifacético y, para que tenga mayores probabilidades de éxito, debe existir la colaboración de diferentes actores con un único objetivo.
En la reunión de presentación, los líderes y actores religiosos, las Naciones Unidas, los Estados miembros y la sociedad civil empezarán a debatir estrategias para la implementación del Plan de Acción y la coordinación entre líderes religiosos y las entidades encargadas de la ejecución. Entre los pasos de mayor importancia que se adoptarán a continuación se incluye la divulgación del Plan de Acción entre los Estados miembros, las organizaciones relevantes de las Naciones Unidas y otras partes interesadas.
Puede consultar el Plan de Acción aquí.
Para obtener más información, póngase en contacto con: Simona Cruciani (cruciani@un.org, 917-3675430)
Nota para el editor:
Las consultas regionales, conocidas como el “Proceso de Fez”, se celebraron en Fez (Marruecos), en abril de 2015; Treviso (Italia), en septiembre de 2015; Amán (Jordania), en noviembre de 2015; Washington D. C. (Estados Unidos de América), en febrero-marzo de 2016; Adís Abeba (Etiopía), en mayo de 2016; y Bangkok (Tailandia), en diciembre de 2016.
Secretario General, Excelencias, respetados líderes religiosos, señoras y señores,
Gracias, Secretario General Guterres…
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