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De mentalidad abierta, apasionados y con efecto multiplicador: el papel de los jóvenes en el diálogo por la paz

15 Agosto 2018

Más de 2000 jóvenes se han beneficiado del Programa de Diálogo por la Paz que el KAIICID viene desarrollando desde 2015 en colaboración con la Organización Mundial del Movimiento Scout (OMMS). Tan solo este año, más de 500 jóvenes han participado en sesiones de formación sobre el diálogo en Austria, Bielorrusia, Myanmar y Zimbabue, a las cuales se sumará una capacitación para formadores en Panamá en el mes de septiembre. En este activo periodo vacacional, cuatro beneficiarios del principal programa para jóvenes del KAICIID comparten sus reflexiones acerca del papel de la juventud en el diálogo y sus experiencias personales tras haber participado en la capacitación y haberse convertido ellos mismos en formadores.

En esta serie de entrevistas, Nargiz Balakishiyeva, de Azerbaiyán; Seruya Damasco, de Curazao, Jude Essosolim Assoti, de Togo; y Myo Htut, de Myanmar, cuyas edades oscilan entre los 19 y 30 años, nos cuentan cómo han cambiado a partir de sus experiencias dialógicas y la importancia de capacitar a los jóvenes en materia de diálogo. Aseguran que los jóvenes tienen una mentalidad muy abierta y son muy apasionados, y cuando están convencidos de la importancia de algo en particular, como en este caso el diálogo, se convierten en invaluables agentes multiplicadores.

Estos jóvenes han aprendido que el diálogo es clave para la prevención de conflictos y la consolidación de la paz, y consideran que trabajar con la juventud puede ayudar a evitar problemas para las generaciones actuales y futuras. Y, si bien conocen la teoría, son conscientes de los desafíos que su aplicación supone en la esfera personal. No obstante, a pesar de estas dificultades, continúan desempeñándose como embajadores del diálogo, con la convicción de que la práctica los irá fortaleciendo día a día.

Nargiz Balakishiyeva: “Si se quiere ser una persona de diálogo, es mejor adquirir las habilidades durante la adolescencia”

 

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Nargiz Balakishiyeva, estudiante de doctorado y abogada azerbaiyana de 30 años que trabaja para Ernst & Young, ha estado involucrada en el Movimiento Scout desde 2008 y en 2017 participó en su primera capacitación del programa Diálogo por la Paz del KAICIID y el Movimiento Scout. Desde entonces, ha contribuido a la formación de más de 200 escultistas. “Honestamente, antes de realizar las capacitaciones tenía cierta idea acerca del diálogo, pero no me interesaba el tema. No buscaba profundizar mis conocimientos al respecto. Pero tras involucrarme más en la labor del KAICIID, aprendí su aspecto teórico y comencé a darme cuenta de cómo podía aplicarlo”, afirma. 

“Ahora, cuando surge un conflicto, soy capaz de identificar fácilmente sus diferentes etapas y cómo lidiar con él. Ha dejado de ser un comportamiento inconsciente. Ya tengo el mapa en mi cabeza”, explica. En la actualidad, su lugar como voluntaria adulta en actividades de escultismo le permite observar cómo los beneficiarios de las capacitaciones procuran aplicar el diálogo a situaciones de la vida real. Para ella es algo motivador ver las expresiones de sorpresa en los rostros de los jóvenes cuando se dan cuenta de la facilidad con la que pueden evitar que un conflicto se intensifique recurriendo al diálogo. “Me hace sentir muy bien ver eso cuando participo como facilitadora en algún taller. También hay participantes que se nos acercan y nos dicen que ahora saben cómo ayudar a manejar determinados problemas. Ya veo en algunos de ellos la semilla una persona de diálogo”.

Nargiz cree que muchos de los actuales conflictos internacionales podrían haberse evitado si se hubiese recurrido al diálogo en sus etapas iniciales. Y, al mismo tiempo, considera que un embajador del diálogo se forma durante la juventud. Según su visión, es especialmente importante educar a la gente joven en el ámbito del diálogo por la paz. “Los problemas que uno tiene cuando es joven en realidad no son tan grandes. Y si se aprende a manejar los conflictos desde un principio, eso es algo que luego lo acompañará a uno a lo largo de los años. Así, ya en la adultez, los conflictos no derivarán en violencia ni quedarán sin resolver. Con el tiempo, uno se vuelve menos flexible, menos abierto. Es difícil modificar conductas y la mentalidad de más grande. Si se quiere ser una persona de diálogo, es mejor adquirir las habilidades mientras uno es adolescente”, agrega.

Por otra parte, afirma que hay escultistas que más adelante en sus vidas terminan involucrándose en política o ejerciendo posiciones de influencia. Asegura que la transmisión de estas habilidades dialógicas los prepara para asumir un lugar en el escenario global.

 

 

Seruya Damasco: “Si lo aplicamos en nuestra vida diaria, el resultado será un efecto bola de nieve” 

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Cuando Seruya Damasco, de 22 años de edad, regresó a Curazao luego de su primera formación sobre diálogo, compartió sus nuevos conocimientos y descubrimientos con sus padres. Esa conversación resultó reveladora para su mamá, tal como lo había sido para ella. “Tenía una noción de diálogo que era la de una conversación entre dos personas, pero ignoraba el verdadero significado de dialogar. Ahora, luego de haber entrado en contacto con el KAICIID y su alianza con la OMMS, sé que es algo que va más allá”, explica.

Y, así como ella comenzó a hablar con sus padres sobre el diálogo, considera que la gente joven pone en práctica y comparte las valiosas lecciones que va aprendiendo. Esto, para ella, justifica la decisión de invertir en los jóvenes y ofrecerles capacitaciones sobre diálogo. “Si lo aplicamos en nuestra vida diaria, el resultado será un efecto bola de nieve”, sostiene. 

Seruya, una activa escultista que estudia comunicación internacional y trabaja como supervisora de una terminal aeroportuaria, cree que si la gente supiera más acerca del diálogo, habría menos conflictos en todo el mundo, comenzando en los entornos familiares y laborales. “Se evitaría la intensificación de distintas situaciones que se dan en el día a día. El diálogo es algo que todos necesitamos. Aun dentro de una misma cultura, las personas percibimos las cosas de formas diferentes. Sin embargo, debemos aspirar a entender al otro, ver las dos caras de la moneda, y encontrar puntos de consenso”.

Su primera participación en una capacitación sobre diálogo fue una doble jornada en 2016, en el marco del Foro Interamericano de Jóvenes Scouts en Houston. Posteriormente asistió a una capacitación en Azerbaiyán en 2017, y a otra en Curazao este año. Destaca la colaboración entre el KAICIID y la OMMS, y afirma que el contenido que se usa “es muy práctico para nuestras edades; no se queda solo en la teoría, sino que también incluye cosas prácticas para explicar el diálogo”.

En paralelo a su preparación para convertirse en formadora, ya ha estado enseñando a otros en su país. Participó en un diálogo particularmente enriquecedor con participantes musulmanes en Azerbaiyán: “En esta parte del mundo no hay muchos musulmanes, así que me senté con ellos y les pedí que me explicaran cómo funcionan las cosas. Aprendí mucho de esa experiencia”, recuerda.

 

Jude Essosolim Assoti: “Un joven bien formado será un ciudadano responsable en el futuro”

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Jude Essosolim Assoti, escultista y periodista de 29 años, procedente de Togo, ha asistido a seis capacitaciones sobre diálogo: a dos de ellas como participante y a las otras cuatro como capacitador. “El diálogo siempre me interesó, del mismo modo que le interesa a muchas personas, pero no tenía una noción clara de lo que era hasta que el KAICIID me enseñó cada uno de sus diferentes aspectos y comencé a ponerlo en práctica”, recuerda.

Ha sido parte del programa de Diálogo por la Paz desde sus inicios, cuando participó en la primera Formación de Formadores para Scouts en Viena en 2015. Tiempo más tarde tuvo su primera experiencia como formador en Japón, en la carpa del KAICIID en el 23° Jamboree Mundial Scout, oportunidad en la que recibió a participantes de todo el mundo. Está comprometido con la labor de formar a otros en el diálogo, y a los jóvenes en particular, pues considera que su impacto será mayor en el futuro.

“Pasada la etapa de juventud, resulta difícil y a veces hasta imposible poder cambiar. Pero la gente joven tiene una mentalidad abierta y es más fácil de moldear. Un joven bien formado será un ciudadano responsable en el futuro. Por otra parte, hay jóvenes que están haciendo cosas grandiosas en la comunidad. Si uno no comparte su conocimiento con ellos, es difícil que se pueda generar un verdadero impacto”, sostiene. Asegura que, a través del modelo escultista, mediante juegos y el aprendizaje por medio de actividades y debates, los destinatarios de las capacitaciones adquieren consciencia de los desafíos y son capaces de ayudar a abordarlos. 

Motivado por sus viajes en Togo y el extranjero, el diálogo intercultural constituye su mayor interés: “No es solo la gente de Asia, Europa o África la que no conoce Togo y al pueblo togolés. Hay países a tan solo cuatro horas de viaje en auto que tienen una percepción muy negativa de nosotros, y nosotros a su vez de ellos. Es por eso que estoy convencido de que el diálogo intercultural es muy importante”.

Jude se considera a sí mismo un embajador del diálogo y, a pesar de los desafíos que ello supone en lo personal, asume su papel con gran seriedad: “Significa que he aceptado el desafío de hacer del mundo un lugar mejor con mi actitud, mis acciones y mis iniciativas; facilitar la convivencia compartiendo lo que he aprendido y ayudar a otros a entablar diálogo. A veces uno se siente como si no estuviera haciendo nada o como si fuera incapaz de lograr su cometido. Pero cuando se tiene una convicción, uno sigue adelante porque ha asumido un compromiso, y como escultistas, es nuestro deber cumplir nuestra palabra en cualquier circunstancia”.

 

Myo Htut: “Los jóvenes son capaces de aceptar la diversidad con miras a una mejor vida”

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Myo Htut, de 19 años, estudia actualmente en la Universidad de Educación de Rangún, Myanmar, con miras a convertirse en profesor. Una vez que se gradúe en el 2020, su plan es trabajar en una escuela pública de Myanmar. Sus aulas tendrán una diversidad tan grande como la de su país, en el cual hay más de 135 etnias reconocidas. 

Él mismo pertenece a una minoría étnica, los mon, y su interés por el diálogo surgió luego de leer acerca de los esfuerzos del gobierno por abordar los problemas étnicos y religiosos de su comunidad a través del diálogo. “El diálogo es muy importante para nuestro país, considerando que actualmente tenemos guerras étnicas y el conflicto de los rohinyás. El diálogo es el camino para promover la paz,” asegura. Con esta motivación en mente, en julio de 2008 participó en una formación de facilitadores del KAICIID en Naipyidó, Myanmar.

Una vez finalizada la capacitación, dialogó con personas que no reconocían a los rohinyás o a los mon como parte de Myanmar. “Podemos tener diferentes creencias, religiones y culturas, pero somos todos humanos. Somos lo mismo. Esa es la razón por la que necesitamos el diálogo y la razón por la cual éste es tan importante. Debemos encontrar soluciones a los problemas y malentendidos que se dan a nuestro alrededor mediante el diálogo,” explica Myo. En este sentido, ha estado promoviendo el diálogo en su universidad como parte de los clubes de Inglés y Debate: “Primero comparto lo que aprendí en la capacitación, y luego, a la semana siguiente, entablamos un diálogo”.

Para él, el diálogo comienza dentro de su círculo de amigos. “Mis amigos y yo tenemos historias de vida diferentes, y hemos sufrido problemas vinculados a nuestras culturas, creencias y etnias. Nosotros mismos necesitamos dialogar más y más para vivir en paz. Yo soy el único de mis amigos que acepta otras religiones. Tengo amigos cristianos, budistas y musulmanes, y todos nosotros debemos dialogar para conocernos mejor, aceptarnos los unos a los otros, y vivir en paz.”

Myo sabe de la importancia de capacitar e involucrar a los jóvenes en el diálogo, y está convencido del poder que tienen para llevar adelante cambios. “Los jóvenes tienen una mentalidad muy abierta, más que los adultos. Tienen una gran predisposición para aprender y pueden lograr lo que se proponen. Los jóvenes gozan de un nivel de educación cada vez mayor y son capaces de entender los sentimientos y problemas de los demás, y aceptar con gusto la diversidad con miras a una mejor vida”.