Tras haber crecido en una comunidad judía muy unida de Buenos Aires, Argentina, la primera experiencia de Marcelo Bater en relación a conflictos religiosos y étnicos ocurrió cuando era adolescente.
En la década de 1990, Buenos Aires fue sacudida por dos ataques terroristas: el atentado contra la embajada israelí en 1992 y el atentado en el centro comunitario judío (AIMA) en 1994.
La larga historia de la comunidad judía en Argentina, que se remonta al siglo XVI, ha estado marcada por períodos de convivencia pacífica y de antisemitismo. En la actualidad, Argentina alberga la mayor población judía de toda América Latina, con cerca de 181.000 judíos centralizados principalmente en Buenos Aires y sus alrededores, según la Biblioteca Virtual Judía. Aún así, los judíos constituyen menos del 5% de la población en un país predominantemente cristiano.
Profundamente afectado por los ataques terroristas, Marcelo dice que comenzó a ver la importancia de unirse en torno a la identidad judía. "Pensé: Si no nos preocupamos por nosotros mismos, como judíos, como una minoría alrededor del mundo, nadie más lo hará," indicó
Mientras que algunos pueden haber visto estos eventos traumáticos como una justificación para aislar a su comunidad religiosa del "Otro", para Marcelo, fueron el catalizador de un viaje hacia un mayor entendimiento de y entre las religiones.
A los 26 años de edad, se ordenó como rabino y, después de haber ocupado cargos en Aruba y Florida, se reincorporó a la comunidad judía de Argentina, aportando una clara visión del futuro pluralista del país. Desde entonces, ha trabajado duro para asegurar que había una representación de los puntos de vista judíos en las políticas locales y, también, para contrarrestar el antisemitismo a través de la educación.
Marcelo también se dio cuenta de que podía marcar la diferencia enseñando a los niños pequeños la importancia de las perspectivas interreligiosas, además de impartir el valor de las tradiciones judías. "Descubrí que realmente disfruto enseñando y que estoy encargado de transmitir el judaísmo a la próxima generación. Necesito enseñar por qué es importante luchar contra el antisemitismo y contra toda la intolerancia", dijo.
Es alentador que la visión de Marcelo de una Argentina pluralista ya haya comenzado a hacerse realidad. En 2016, la legislatura de Buenos Aires aprobó una ley que declara a la capital argentina "Ciudad del Diálogo Interreligioso". La ley confirma la posición de la ciudad como un "entorno en el que personas, comunidades e instituciones de diferentes tradiciones religiosas conviven en armonía, valoran la riqueza de la diversidad religiosa, promueven valores comunes compartidos y establecen relaciones mediante el diálogo, la reflexión y las acciones de cooperación con el fin de fortalecer el tejido social para el bien común".
Este esfuerzo fue apoyado y promovido en gran medida por el Congreso Judío Latinoamericano (CJL), una organización fundada para mantener viva la tradición judía y mantener el diálogo con otras creencias, de la que Marcelo es miembro. Fue también a través del CJL donde Marcelo Bater conoció el Programa de Becas del KAICIID, y se unió al grupo internacional de 2018.
Interactuando con un grupo diverso de personas de países de todo el mundo, Marcelo encontró que su pasión por el pluralismo y el diálogo interreligioso se afirmaba plenamente. "Todo lo que aprendí como becado ha ayudado a reforzar mi creencia de que el diálogo es realmente el único camino hacia la paz. Desde que me convertí en becado, he reafirmado la idea de que necesitamos hablar con todos, a cualquier edad, sobre cómo se malinterpreta la religión", dijo.
Marcelo dijo que esto le ha impactado, particularmente en lo que respecta al antisemitismo. "Cuando ves a alguien dibujando una esvástica y le hablas, y le preguntas: '¿Por qué haces esto? ¿Sabes lo que significa? La mayoría de las veces, te das cuenta de que esta gente no tiene ni idea."
Al igual que poder hablar con los miembros de la comunidad local es importante, el rabino Marcelo dice que aprender las prácticas de diálogo del KAICIID le enseñó algo mucho más valioso: la importancia de escuchar. "Cada vez que los becados se reunían en persona, el enfoque estaba en el diálogo; en escuchar lo que 'el Otro' quiere decir. Porque cuando se habla de diálogo, cuando se habla de un punto de vista diferente y se es un buen oyente activo, uno se da cuenta de que las cosas que creía que se enfrentaban, no son tan enfrentadas", dijo.
Durante la pandemia de COVID-19, esta revelación se convirtió en crucial para la forma en que realiza sus tareas, ya que el asesoramiento pastoral pasó del mundo físico al virtual. "Ahora uso el teléfono las 24 horas del día porque la gente necesita estar en contacto. Estamos aislados con nuestras familias. Y si no tienes familia, estás completamente solo", dijo.
Marcelo dice que la capacidad de escuchar es "la herramienta más importante para 2020", porque equipa a los individuos con las herramientas para romper los estereotipos, mejorar los esfuerzos de inclusión y amplificar las voces de los infrarrepresentados. Según Marcelo, esto es tan cierto para los judíos en un país mayoritariamente cristiano, como para las personas que están aisladas y nerviosas durante una crisis sanitaria mundial.
También se ha unido a la Cadena Telefónica de la Fe de Argentina, una iniciativa multirreligiosa establecida por el gobierno, que conecta a personas con ansiedad o aisladas con un religioso de su confesión. Marcelo ve esta cadena telefónica como otra forma de practicar su filosofía de vida: que es importante intercambiar diferentes experiencias de vida, entender las historias de los demás y ser buenos oyentes.
"Podemos tener diferentes religiones, pero no importa si se menciona a Dios con este nombre, con otro nombre, o con otro de más allá", señala. En las reuniones interreligiosas, solía referirme a Dios como el Dios de muchos nombres. Este Dios, con cualquier nombre, quiere que creemos un mundo pacífico".