La irrupción del COVID-19 en nuestra sociedad ha cambiado, quizás para siempre, el modo de relacionarnos, trabajar y también de vivir la fe. Durante las semanas de confinamiento dos becadas del KAICIID han conseguido que la web sea un punto de unión entre las distintas confesiones religiosas. Con el apoyo del Centro, Alba Sabaté y Swati Chakraborty convirtieron las dificultades en oportunidades para conseguir durante el confinamiento un mayor diálogo al servicio de la religión.
La pandemia de coronavirus ha hecho que cambiemos radicalmente nuestra vida, costumbres y, por supuesto, también el uso de internet. Según un estudio de la web App Annie, el tiempo que se utilizaron aplicaciones y juegos, tan sólo en móviles con sistema operativo Android, creció en un 20% a nivel mundial durante el primer cuatrimestre del 2020, con respecto al mismo periodo del año anterior.
Algo similar reporta el auditor Comescore. Durante las primeras semanas de confinamiento en España el uso de las redes sociales como Twitter, Facebook, Instagram o LinkedIn subió un 55%, mientras que en Italia fue del 30%, Alemania del 11% y Reino Unido un 18%. Con millones de personas confinadas en sus hogares, los índices de uso de las redes sociales aumentaron considerablemente en todo el mundo. Una tendencia que se mantuvo e incluso aumentó en las semanas sucesivas de confinamiento.
“Las comunidades religiosas se han puesto las pilas en el mundo digital”
Lo vivido estos meses ha marcado un antes y un después en el modo de relacionarnos, de trabajar y, por supuesto, también de vivir la fe.
Muestra de ello es el gran salto digital que las comunidades religiosas de todo el mundo dieron, en concreto, durante la primera semana de confinamiento. “Fue un cambio que de otra manera hubiera costado años, e incluso, no exagero, décadas, pero que se dio en el plazo máximo de 10 días. Todas las comunidades querían replicar el modo de vivir su fe a través de las plataformas, principalmente de vídeo”, explica la becada del KAICIID Alba Sabaté, subdirectora del Observatorio de Blanquerna de Comunicación, Religión y Cultura de la Facultad Blanquerna Ramon Llull en Barcelona (España).
“Nos llamó la atención porque al principio de la pandemia, las comunidades religiosas se estaban “poniendo las pilas” en el mundo digital. Estudios anteriores a la pandemia nos habían mostrado las reticencias generacionales en todas las comunidades religiosas en el mundo online y cómo la presencialidad era un requerimiento básico para que la comunidad fuera considerada como tal. Sin embargo, llegó la pandemia y no había otra manera de reunirse que no fuera a través de la pantalla. Ahí fue cuando las comunidades respondieron uniéndose a YouTube, Instagram, Zoom…”, explica Sabaté.
Su proyecto para el estudio del impacto del COVID-19 en la vivencia religiosa es uno de las 27 iniciativas de becados respondiendo a la pandemia que el Centro está apoyando. A través de esta beca, Sabaté está realizando una interesante investigación sobre las tendencias entre las comunidades religiosas y su llegada, más o menos intempestiva, a la red y su inmersión en las redes sociales.
“Principalmente queremos ver distinción entre ‘online religión’ y ‘religión online’. Porque antes de la pandemia las comunidades estaban en la fase de ‘religión online’, es decir, utilizaban la red para anunciar los actos o eventos, dar algún mensaje, pero no se utilizaba para relacionarse porque lo hacían presencialmente. Sin embargo, la pandemia provocó que se pasase a la ‘online religión’, en donde sí se considera que las redes pueden ser un espacio para la celebración, para la comunión y el diálogo entre la misma comunidad y, por qué no, también entre otras comunidades”.
De esta manera Sabaté y su equipo de investigación del Observatorio Blanquerna está llevando a cabo “un catálogo internacional en donde se pueda ver por país y religión las iniciativas digitales que las comunidades han puesto en marcha”. Hasta ahora han identificado iniciativas como la oración matinal por Instagram, la creación de aplicaciones específicas para reunir a la comunidad cada día, u otras actividades más originales para estar conectados durante el confinamiento, como un escape room para que los más jóvenes sigan la formación religiosa de una manera mucho más amena.
Y aunque la investigación todavía está en desarrollo, Sabaté destaca el ingenio y algunas consecuencias sorprendentes que han ocurrido durante este tiempo. “Una pequeña parroquia de la diócesis de Pamplona, Navarra (España) comenzó la retransmisión online de la Misa, y comenzaron a ver que muchos familiares de la gente del pueblo que viven fuera de Navarra, e incluso de España, se conectaban para seguir esa Misa”.
Además Sabaté destaca la gran oportunidad para el diálogo en este campo. Es decir, cómo comunidades de otras religiones pueden aprender y adaptarlas a sus necesidades y celebraciones. “Y ahí es donde nuestro proyecto puede ser punto de unión entre religiones, y es algo que nos anima mucho”, afirma.
Esa vocación de servicio está presente en todo el proyecto, ya que está previsto que esté disponible en inglés y en abierto para quien desee consultarlo.
Aunque esta beca del KAICIID está prevista para cubrir 6 meses de investigación, Sabaté subraya que está decidida a que sea un proyecto que se prolongue en el tiempo, ya que está convencida de su utilidad más allá del momento puntual de los meses de confinamiento por pandemia.
“Seguiremos recogiendo estas tendencias a nivel global porque queremos ver si ha sido una respuesta puntual o si, por el contrario, estos cambios han llegado para quedarse y que, por ejemplo, permita a las personas enfermas o que por cualquier razón no puedan ir a su celebración, que sigan participando en ella”, apunta.
Destaca que el número de fieles que han quedado atrás en esta inmersión digital ha sido muy pequeño. “Aunque ciertamente existe, ha sido la oportunidad de muchos mayores de 60 años que han decidido abrirse un perfil en redes o comprarse un Smartphone y comenzar a utilizarlo, para poder acceder a sus servicios religiosos. Algo que de otra manera hubiera sido casi impensable”.
Con la misma vocación de servicio y auspiciada por otra beca del KAICIID, nació durante la pandemia en la India la iniciativa WebPlatform4Dialogue, dirigida por Swati Chakraborty para dar información veraz a los usuarios de las redes, combatir el lenguaje del odio tan presente en ellas y ofrecer un verdadero espacio de diálogo y reflexión.
“En la India se ha dado lenguaje de odio basado en fake news contra la comunidad musulmana por falta de información. Se les acusaba de transmitir el COVID-19. Por eso pensé que era muy importante hacer algo al respecto, especialmente entre los jóvenes. También quise dar a conocer a quienes están en la primera línea luchando contra el coronavirus y por eso lancé webinars y sesiones con trabajadores esenciales cuya colaboración puede ser poco reconocida pero que a fin de cuentas es indispensable”, aseguró Chakraborty.
Con esta plataforma digital, que cuenta con perfiles en las principales redes sociales, Chakraborty anima a tener “tiempo de calidad con los participantes de sus webinars, y ofrecer una oportunidad de que puedan expresarse, y hacerles entender que no todo lo que ven en internet puede ser cierto y que deben buscar en las fuentes para justificar sus comentarios”.
Aunque podría parecer una respuesta determinada sólo al tiempo de pandemia, WebPlatform4Dialogue ha sido una oportunidad para conseguir un bien mayor. Según Chakraborty, el COVID-19 dirigirá a la humanidad hacia la "unidad" y eso traerá de vuelta la solidaridad en cualquier área de conflicto. A su juicio, esta plataforma tendrá un efecto a largo plazo y servirá también para la próxima generación. Su meta: Un aumento de la paz en la sociedad de nivel local a nacional; y de nacional a internacional.
Por el momento hay más de 1.500 personas registradas en esta plataforma y se esperan muchas más porque, como asegura Chakraborty, esta pandemia ha demostrado que “tenemos problemas comunes, esta crisis afecta a todas las religiones, y todos sufrimos de la misma manera. Desarrollar el concepto de ‘unidad’, es decir, de ser uno, puede ser tremendamente positivo porque nos hará dialogar, luchar juntos para salir de esta situación. Podemos ser muy poderosos si nos unimos, dejamos nuestros prejuicios de lado y plantamos cara, en este caso, al COVID-19, pero en el futuro a cualquier otro desafío que se nos ponga por delante”.